“El Brutus” narra las peripecias de un grupo de jóvenes descerebrados y hormonalmente desequilibrados, que cumplen con la condena impuesta por el Ministerio de Educación, más conocida como B.U.P, en un colegio religioso de Madrid, a finales de los años 80.

Las clases son soporíferas, el olor es insoportable, la disciplina estricta y las infracciones son castigadas con severidad, lo que hace que sea muchísimo más emocionante saltarse las normas.

La novela carece de cualquier tipo de reflexión o mensaje y no pretende hacer pensar al lector. El único objetivo es hacerle reír. No sonreír, ni tampoco un poco de “ji, ji”. No. El propósito es que suelte una carcajada, de esas que hacen que el resto del vagón se mire hacia usted cuando lo vaya leyendo en el metro.